Artículo que nos envia un jóven paisano desde Madrid referido al Pleno de investirura del Alcalde.
Hoy ha arrancado la vida política de dos fuerzas que a priori ilusionaban con cambiar severamente el panorama político en Pozoblanco. La configuración del pleno, con cinco concejales para el PP, cinco para el CDeI, cuatro para el PSOE, dos para el PA y uno para IU, habilitaba solamente un pacto razonable para alcanzar el gobierno estable que tanta falta le hace a nuestro pueblo.
Por un lado, tras el éxito inapelable cosechado en las elecciones, se encontraba el primerizo Ciudadanos Democráticos e Independientes, que asistía al pleno de formación del Ayuntamiento como nueva fuerza política. El partido de Benito García, segundo más votado, acudía a la elección esperando un milagro de última hora, a sabiendas de la dificultad que entrañaba el que esto llegara a convertirse en una realidad.
Por otro lado, la nueva lista del PSOE encabezada por Pablo Carrillo, tercera fuerza en Pozoblanco, acudía al pleno con la idea de no votar a Benito. Apoyados en un argumento basado en la confianza, los socialistas pedían el voto de CDeI a pesar de tener un concejal menos.
Estas dos fuerzas tenían una gran oportunidad entre sus manos. Eran las dos únicas fuerzas que, cediendo en beneficio de Pozoblanco, podían permitirse un pacto para formalizar un gobierno sólido, estable y productivo. A priori el CDeI lo hizo, habilitando al PSOE a entrar en el gobierno al 50% en lugar del 40% que la urna le había otorgado. El PSOE no, pues absurdamente pedía una alcaldía a la que los ciudadanos de Pozoblanco les habían inhabilitado democráticamente unos cuantos días atrás.
La lectura del resultado de las elecciones, dejando de lado las pasiones personales, tiene un sentido claro: Pozoblanco quiere gestores para Pozoblanco, y no peleles de partido. Sin embargo, la lectura que los socialistas rubricaban de voz de su secretario general, Pablo Carrillo, acerca del resultado de las elecciones hacía presagiar que el evidente cambio en sus filas no se había extrapolado a su discurso. Desde el PSOE entendían que el resultado debía entenderse como una victoria aplastante de la izquierda en Pozoblanco. Con esto ya podía entreverse que los socialistas no habían aprendido nada.
A pesar de ello, siguiendo con la lógica, CDeI y PSOE mantuvieron reuniones en busca del pacto. Fue entonces cuando se confirmó que, siendo diferente, todo seguía igual.
El planteamiento del PSOE carece de sentido. Por un lado hacen bandera de la novedad de su lista y su independencia con respecto al resto de la estructura socialista. Sin embargo, segundos después, argumentan su petición de la alcaldía —petición que carece de lógica alguna— basándose en una cuestión de confianza. Una confianza, según ellos, perdida hace dos años, cuando Benito fue expulsado del PSOE y el gobierno de Pozoblanco cayó en manos populares con el voto de éste. Es decir, por un lado se jactan de romper con las cadenas del pasado, pero por otro exigen la alcaldía precisamente por lo ocurrido dos años atrás cuando ninguno de ellos formaba parte directa de la vida política pozoalbense.
Con la votación de hoy hemos podido lamentablemente confirmar que todo sigue igual. El orgullo de partido ha llevado a los socialistas a que, al fin y al cabo, ocurra algo muy parecido a lo que justamente criticaban con tanta fuerza y que tanta desconfianza había generado entre sus filas para con Benito: el PP, de la mano de Baldomero García, ha logrado de nuevo la alcaldía de Pozoblanco.
Desconozco si para los socialistas esto es también culpa de Benito. Puede que ellos piensen que todo es siempre culpa de Benito. Yo más bien tiendo a pensar que esa postura no nos beneficia a los tarugos, y que mientras el PSOE siga sin comprender lo que significa que aquel al que un día privaron de su militancia hoy tiene un concejal más que ellos, no podrán saldar sus cuentas con los ciudadanos de Pozoblanco.
A título estrictamente personal diré que comparto la idea esencial del discurso ex post facto de Benito García: esto ha sido una oportunidad perdida. Una oportunidad de formar un gobierno fuerte durante cuatro años entre dos grupos que, si hubieran dejado de lado la estúpida disputa derivada de un pasado que a nadie interesa mantener vivo, y se hubieran visto los unos a los otros como personas y gestores de Pozoblanco, hubiera funcionado a las mil maravillas. Hasta entonces el PSOE no estará capacitado para hacer otra cosa que no sea colocar taras al progreso de su pueblo.
Mal empieza por tanto la nueva andadura socialista. Su independencia con respecto al resto del gigante de la rosa queda más que entredicho. Sus precipitadas contradicciones son un presagio de mirada obtusa que, por el bien de nuestro pueblo, espero que se diluya conforme los nuevos socialistas en el Ayuntamiento vayan desarrollando su cotidianidad pública. Confío en Pablo Carrillo y en su equipo, confío en que su lado humano venza a su lado corporativo. Confío en que comprendan de una vez por todas que Pozoblanco no quiere izquierdas o derechas, sino buenos gestores que estén dispuestos a partirse la cara por su pueblo.
Hasta entonces solamente me queda lamentar esta oportunidad que se nos ha ido.
Álvaro Moreno García.
En Madrid a 11 de junio de 2011.